Está claro que las funciones de un agente inmobiliario varían de una agencia a otra, e incluso de una ciudad a otra. Y es que no es lo mismo trabajar en una gran ciudad donde existe mucha competencia y mercado de propiedades que en un municipio con un mercado más reducido o estacional como ocurre en el verano en los lugares cercanos a la costa.
Evidentemente, el trabajo no es el mismo en una agencia grande que otra pequeña, pero los agentes suelen realizar las mismas funciones, lo que varía es la cantidad o el número de horas que le dedica a cada una.
Funciones administrativas
Un agente inmobiliario tiene más papeleo que cubrir que un agente de la autoridad, jeje. Y es que aunque parezca mentira muchas veces se tiene que ocupar de realizar tareas como redactar los contratos de compra-venta, lidiar con la notaría y representantes legales, conocer los derechos y obligaciones de los propietarios, y un largo etc.
Por si fuera poco, debe conocer las reglas de juego del mercado y saber cuáles son las leyes que afectan a cada municipio, las normativas de arrendamientos. En definitiva, saber qué cosas están permitidas y son legales y cuáles no.
Tener el conocimiento de todas estas cuestiones no solo es necesario sino que debe plasmarlas en el papel a la hora de redactar los contratos con los clientes, o la hora de dar una oferta, solicitar un presupuesto y demás. Y es que, aunque no lo parezca, la burocracia y el papeleo es suficiente como para tener sentado a un agente trabajando toda su jornada laboral.
Tareas comerciales
Afortunadamente, los agentes inmobiliarios tienen una parte más divertida que el tema administrativo, nos referimos a las funciones comerciales, es decir, la venta pura y dura. Esta parte suele ser la favorita de muchos agentes ya que digamos aquí se juegan gran parte de su trabajo, su salario y su reputación.
Las tareas comerciales de un agente abarcan bastantes cuestiones, desde el trato con los clientes a la hora de gestionar el precio del inmueble, hasta la parte de marketing, es decir, mostrar el piso en persona, o ponerlo a la venta en plataformas y bases de datos.
Además de todo lo anterior, tienen que estar atentos y buscar nuevos clientes con los que conseguir nuevos contratos. Esta, quizá, sea la función más pesada en cuanto a tiempo y esfuerzo se refiere, pero sin duda merece la pena invertir tiempo en esta parte para tener siempre una cartera de clientes.
Labores de negociación
La parte más decisiva y donde se juega todas sus cartas un agente es en el proceso de negociación, es decir, la hora de firmar la venta. Pero para llegar hasta aquí hace falta un trabajo previo, en ocasiones, de muchas horas, llamadas y visitas, es decir, de tacto y negociación para conseguir el resultado final, una venta.
La negociación de una vivienda es posiblemente la que menos horas le dedique un agente de forma directa, posiblemente, en torno a un 20 o 30 %. Sin embargo, todas las responsabilidades y tareas de un agente conducen directa o indirectamente al punto crucial, la venta.
Precisamente por ello, las funciones de negociación son las más específicas y donde debe destacar un agente. En resumen, los mejores agentes son aquellos que destacan negociando.
Para ello deben ser buenos conocedores de las personas, saber definir y cualificar a un cliente del sector inmobiliario, y por supuesto saber usar todas las armas a su favor para promocionar una vivienda como el telemarketing inmobiliario o mediante leads inmobiliarios.
Finalmente, añadir que para negociar es necesario conocer las necesidades de los potenciales clientes y destacar en el arte de empatizar con el cliente. Conocer a las personas y saber ponerse en su piel es fundamental en las labores de negociación.